No es normal grabar el primer disco en solitario pasada la barrera de los 60 años. Si, además, se ha sido durante cuatro décadas el líder de una de las bandas más importantes del rock, la cosa suena especialmente rara. Pero es que en la vida de Ray Davies (nacido Raymond Douglas Davies, el 21 de junio de 1944, en Muswell Hill, Londres), nada ha sido nunca como se supone que debiera ser, ni siquiera dentro de los elásticos patrones de la vida de una 'pop star'.
Davies es el séptimo de ocho hermanos. Por delante había seis chicas y, detrás, el pequeño Dave. Ambos estudiaron en la escuela de artes de Londres y antes de cumplir los 20 años ya estaban en la batalla del rock. Sus primeras bandas tuvieron muchos nombres y distintas formaciones. Cuando fundaron The Ravens llegaron a tentar a Rod Stewart para que militara como cantante. Ray le dio puerta rápidamente: no estaba dispuesto a aceptar otro gallo en su corral, que bastante tenía ya con lidiar con su levantisco hermanito. Finalmente The Ravens (1962) se convirtió en The Kinks (1963) y, un año después, dieron el primer hachazo: 'You Really Got Me', un tema seminal en el que se adivinaban las claves del heavy metal y el punk de años posteriores.
HUMOR INGLÉS. Durante los 60 y 70, Ray Davies compuso un cuerpo de canciones de descomunal importancia, utilizando a The Kinks como correa de transmisión de su enorme talento. Su mirada irónica se vertía sobre unas letras inteligentes, con conciencia de clase y, sobre todo, con un despiadado y sutil sentido del humor. La madurez de sus historias no tenía comparación con la de sus coetáneos. Davies era un incisivo observador, capaz de describir en pocas líneas los pilares fundamentales de la vida de los arquetipos sociales de su entorno, un especialista en destripar las miserias ocultas del devenir cotidiano. Puro costumbrismo, pero en formato pop.
La música que envolvía estas aceradas reseñas era tan variada como inesperada: pop sofisticado ('Waterloo Sunset'), himnos rotundos ('Lola') o music hall (los álbumes de la serie 'Preservation').
Años dorados. The Kinks en Dinamarca (1965)
Pese a las muchas virtudes que adornaron a The Kinks a lo largo de su extensa carrera, el grupo mantuvo una extraña relación con el éxito. En Reino Unido fue una banda de culto, bajo el primer plano que ocupaban The Beatles y The Rolling Stones. Intentó el truco de saltar el charco, pero su primera gira americana fue un fiasco. Muchas de sus canciones llegaban a lo alto de las listas de ventas... y The Kinks permanecía como un secreto a voces. Ray, que siempre había sido considerado por la crítica como un autor a la altura de los mejores, veía que su estrella no brillaba con toda la intensidad de que era capaz.
La carrera del grupo, sin embargo, continuó otro par de décadas dando tumbos entre distintas discográficas, cambios en la formación y éxitos ocasionales con discos que pasaron sin pena ni gloria. El último CD de estudio de The Kinks, 'Phobia', data de 1993, aunque un año después publicarían 'To The Bone', un directo con lo más granado de su repertorio. A partir de ahí, entraron en lo que a Ray Davis le gusta llamar «hibernación».
PERSONALIDAD DIFÍCIL. Buena parte de los problemas que sufrió su banda se deben al carácter de Ray. Nunca ha dejado de ser un tipo extremado y contradictorio y siempre ha mantenido el espíritu de macarra ilustrado con el que saltó al mundillo de la música. Su temperamento fuerte, iconoclasta y radicalmente independiente es argumento suficiente para ganarse muchos enemigos y no pocos problemas. A esto hay que sumar la eterna disputa con su hermano, con quien ha estado a la greña durante casi 40 años. Según confesó éste recientemente en una entrevista, Ray estaba conchabado con el técnico de sonido para poder controlar el volumen de la guitarra de Dave durante los conciertos. Tenía un dispositivo en su amplificador para poder bajar el de su hermano, de manera que éste se volvía loco intentando tocar más y más fuerte. «Por esa época tuvimos que cambiar con frecuencia de técnico de sonido, pero era el precio que había que pagar», ha respondido irónico Ray.
En la ópera-rock 'Preservation' (1973)
Su vida personal tampoco ha sido una balsa de aceite. A diferencia de la mayoría de las estrellas de rock de su generación, Ray se casó muy joven, en 1964, con Rasa Dicpetri, con la que tuvo dos hijos. Recién divorciado en 1973, volvió a casarse con Yvonne Gunner, matrimonio que también acabó en divorcio. En 1983 inició una breve, intensa y tormentosa relación con Chrissie Hynde, líder de The Pretenders, con quien tuvo una hija. Para completar la faena, tuvo otra hija de la bailarina Pat Crosby. Una de sus hijas mayores, Tor (diminutivo de Victoria, como el título de una de sus grandes canciones), formó la banda punk Pout a finales de los 90. El londinense les escribió varias canciones que no gustaron nada al grupo. «Es imposible intentar epatar a tus propios hijos -comentó- y me parece estupendo».
Con la irrupción del brit-pop, Ray Davies se convirtió en el 'padrino' de la nueva movida. Respetado y reverenciado por las bandas emergentes (Blur, Pulp y hasta Oasis), llegó a tocar con Damon Albarn y su perfil profesional tuvo un relanzamiento.
El cronista de los 60, que ya había trabajado en televisión con anterioridad (en 1985 escribió y dirigió el telefilme 'Return to Waterloo'), volvió a hacer documentales y a aparecer frecuentemente en 'shows' catódicos. Paralelamente, inició una vuelta a la música con 'Storyteller', un disco con canciones de The Kinks entreveradas de comentarios al margen.
En su entrada en el R&R Hall of Fame (1990).
Desde 1999 llevaba cociendo el que iba a ser su primer disco en solitario, 'Other People Live's'. Lo acabó grabando en Nueva Orleáns, donde ha pasado la mayor parte de este tiempo. El CD es música y letra de Davies en estado puro, retratos perfectos y sarcásticos de la realidad contemporánea. Una joya. El paso del tiempo no ha hecho mella ni en su manera de componer ni en la de actuar. Hace dos años, paseando por el barrio francés, un tironero le quitó el bolso a su acompañante. Ray salió corriendo tras el ratero y recibió un tiro en una pierna. El macarra de Muswell Hill volvía al ataque. Como a él le gusta decir: «En caso de duda, cree en tu paranoia»
Ricardo Aguilera, El Mundo
¿Y se podrá grabar pasados los sesenta sin haber grabado antes nada? Algunos llevamos ese camino, jejeje.
ResponderEliminarMuy bueno, amigo