Esto es otra película. No tiene nada que ver con las experiencias previas que tenemos en estudio, tanto con LUA como con otros proyectos musicales de cada uno. Todas ellas las hicimos sin un verdaero control artístico. La única ayuda con la que contábamos era la del técnico de sonido, que no tenía implicación directa en el proyecto.
No hace falta que os contemos lo privilegiados que nos sentimos de trabajar con Óscar Herrador, nuestro productor. Seguro que lo percibís cada vez que os hablamos de él, o incluso al leer cualquiera de estas líneas. Realmente sabemos muy poco de su “currículum”, pero en cada conversación informal con él surge alguna de sus vivencias, que nos suelen dejar sin palabras. Ayer, mientras comíamos y hablábamos de nuestras vidas pasadas como procurador y como periodista, nos contaba que lleva “desde los 15 años metido en un estudio”, y que ha tenido la oportunidad de aprender al lado de los mejores ingenieros de sonido de España “y del mundo”.
El año pasado, por ejemplo, estuvo grabando en Menphis con el ingeniero de sonido de REM. Nos contaba también que en los estudios en los que trabajaba antes, hacía más de 50 discos al año, y que por eso montó su propio estudio, para trabajar a su ritmo y poder dejar de hacer discos como churros. Supimos también que ha hecho varias giras mundiales como técnico de directo. Este año tiene otra gira por todo el mundo, por cierto. Lástima, no es con nosotros…
He empezado el primer comentario de este “Diario de grabación” hablando de Óscar porque él es el que sostiene todo este proyecto, y de él hablaremos en bastantes ocasiones en el futuro. Y porque la primera sensación es que, salga como salga todo, vamos a hacer un master a su lado.
Ayer recibimos las primeras lecciones. Para empezar, las cosas claras: “El metrónomo para nosotros es Dios”. Y así fue. Ahí estaba Carlos, al otro lado del cristal, intentando clavar cada golpe en alguno de los tic-tac-tac-tac que escuchaba por los cascos. Y cuando por fin lo consiguió, escuchó desde el control: “Muy bien, vamos a grabar otra toma, pero dale más fuerza en los estribillos”. Y cuando le dio más fuerza a los estribillos escuchó: “Muy bien, vamos a grabar otra toma, pero ahora toca como tu quieras, con libertad, más suelto”. Y otra toma. Y otra toma… Debía ser estrictamente meticuloso. Pero debía tocar con pasión, transmitiendo en cada sonido. Doctor en matemáticas y enamorado poeta a la vez.
No penséis que toda esta meticulosidad se trabajó en un ambiente serio. Ni mucho menos. Hubo varias anécdotas, e incluso una de ellas quizá pueda estar algún día en este Blog. Hacía falta una voz de referencia, y Sandra no estaba allí. Así que me tocó cantar. Sí, sí, cogí un micro y me puse a cantar, como lo oís. Y cuando estaba haciendo una demostración de mi talento vocal (con los ojos cerrados y todo, imaginaos) escuché “clik” y ví un fogonazo en las paredes. Al girarme, ahí estaba Óscar, con la cara detrás de la Canon digital que le han traído los Reyes. Vamos, que el momento ha quedado inmortalizado en foto y lo que es peor: en sonido.
Fue divertido también cuando Óscar pidió a Carlos que tocara la introducción de una canción con las escobillas, en lugar de las baquetas. “Toca de vez en cuando en los platos, con suavidad, como si contestaras a la voz”. Para Carlos la expresión “de vez en cuando” significa tocar 976 platos por minuto. Ahí estaba Carlitos, sudando y moviéndose como una araña, mientras nos partíamos de risa desde el control. “Le está quitando el polvo a todos los platos”, bromeaba Mr. Herrador.
Cuando los dos alumnos del master volvíamos en el coche, tratábamos de enumerar todas las cosas que habíamos aprendido. Permitidme una última anécdota: en un momento en el que había que sacar un sonido de un plato, Óscar preguntó: “¿Tenéis alguna cadena?”. Yo ofrecí la que llevo siempre en el cuello. “Engánchala en el plato, que cuelgue sobre él”. Y así se grabó, con el sonido producido por el suave golpeo de la cadenita de oro y la vibración natural del plato. Imagino que ya no hace falta que sigamos describiendo el aprendizaje de ayer.
Intentaremos seguir contando las experiencias de la grabación, siempre que nos sea posible, y corriendo el riesgo de aburriros. Como ya os dijimos, queríamos que este proyecto creciese para todos, y ésta nos parece una buena forma de compartir lo que estamos viviendo.
En fin, os dejo que tengo un concierto. ¿Nos vemos a las doce, no?
P.D. La foto es de la grabación de la maqueta. El viernes hicimos fotos (y seguiremos haciéndolas) y confiamos en poder colgarlas en breve
No hace falta que os contemos lo privilegiados que nos sentimos de trabajar con Óscar Herrador, nuestro productor. Seguro que lo percibís cada vez que os hablamos de él, o incluso al leer cualquiera de estas líneas. Realmente sabemos muy poco de su “currículum”, pero en cada conversación informal con él surge alguna de sus vivencias, que nos suelen dejar sin palabras. Ayer, mientras comíamos y hablábamos de nuestras vidas pasadas como procurador y como periodista, nos contaba que lleva “desde los 15 años metido en un estudio”, y que ha tenido la oportunidad de aprender al lado de los mejores ingenieros de sonido de España “y del mundo”.
El año pasado, por ejemplo, estuvo grabando en Menphis con el ingeniero de sonido de REM. Nos contaba también que en los estudios en los que trabajaba antes, hacía más de 50 discos al año, y que por eso montó su propio estudio, para trabajar a su ritmo y poder dejar de hacer discos como churros. Supimos también que ha hecho varias giras mundiales como técnico de directo. Este año tiene otra gira por todo el mundo, por cierto. Lástima, no es con nosotros…
He empezado el primer comentario de este “Diario de grabación” hablando de Óscar porque él es el que sostiene todo este proyecto, y de él hablaremos en bastantes ocasiones en el futuro. Y porque la primera sensación es que, salga como salga todo, vamos a hacer un master a su lado.
Ayer recibimos las primeras lecciones. Para empezar, las cosas claras: “El metrónomo para nosotros es Dios”. Y así fue. Ahí estaba Carlos, al otro lado del cristal, intentando clavar cada golpe en alguno de los tic-tac-tac-tac que escuchaba por los cascos. Y cuando por fin lo consiguió, escuchó desde el control: “Muy bien, vamos a grabar otra toma, pero dale más fuerza en los estribillos”. Y cuando le dio más fuerza a los estribillos escuchó: “Muy bien, vamos a grabar otra toma, pero ahora toca como tu quieras, con libertad, más suelto”. Y otra toma. Y otra toma… Debía ser estrictamente meticuloso. Pero debía tocar con pasión, transmitiendo en cada sonido. Doctor en matemáticas y enamorado poeta a la vez.
No penséis que toda esta meticulosidad se trabajó en un ambiente serio. Ni mucho menos. Hubo varias anécdotas, e incluso una de ellas quizá pueda estar algún día en este Blog. Hacía falta una voz de referencia, y Sandra no estaba allí. Así que me tocó cantar. Sí, sí, cogí un micro y me puse a cantar, como lo oís. Y cuando estaba haciendo una demostración de mi talento vocal (con los ojos cerrados y todo, imaginaos) escuché “clik” y ví un fogonazo en las paredes. Al girarme, ahí estaba Óscar, con la cara detrás de la Canon digital que le han traído los Reyes. Vamos, que el momento ha quedado inmortalizado en foto y lo que es peor: en sonido.
Fue divertido también cuando Óscar pidió a Carlos que tocara la introducción de una canción con las escobillas, en lugar de las baquetas. “Toca de vez en cuando en los platos, con suavidad, como si contestaras a la voz”. Para Carlos la expresión “de vez en cuando” significa tocar 976 platos por minuto. Ahí estaba Carlitos, sudando y moviéndose como una araña, mientras nos partíamos de risa desde el control. “Le está quitando el polvo a todos los platos”, bromeaba Mr. Herrador.
Cuando los dos alumnos del master volvíamos en el coche, tratábamos de enumerar todas las cosas que habíamos aprendido. Permitidme una última anécdota: en un momento en el que había que sacar un sonido de un plato, Óscar preguntó: “¿Tenéis alguna cadena?”. Yo ofrecí la que llevo siempre en el cuello. “Engánchala en el plato, que cuelgue sobre él”. Y así se grabó, con el sonido producido por el suave golpeo de la cadenita de oro y la vibración natural del plato. Imagino que ya no hace falta que sigamos describiendo el aprendizaje de ayer.
Intentaremos seguir contando las experiencias de la grabación, siempre que nos sea posible, y corriendo el riesgo de aburriros. Como ya os dijimos, queríamos que este proyecto creciese para todos, y ésta nos parece una buena forma de compartir lo que estamos viviendo.
En fin, os dejo que tengo un concierto. ¿Nos vemos a las doce, no?
P.D. La foto es de la grabación de la maqueta. El viernes hicimos fotos (y seguiremos haciéndolas) y confiamos en poder colgarlas en breve
No hay comentarios:
Publicar un comentario